Lectio Divina

Tarde me amé: Cuando el Teatro se Encuentra con la Educación

En FomArte, cada función que llevamos a cabo tiene una intención clara: tocar corazones, sembrar preguntas y provocar reflexiones en la vida del público. Recientemente, tuvimos la oportunidad de presentar nuestra obra de teatro “Tarde me Amé” en el Centro Escolar Manuel Espinosa Yglesias (CEMEY), en la ciudad de Puebla. Esta presentación fue posible gracias a un gesto generoso: el apoyo de un mecenas anónimo que, creyendo en el poder del arte y la educación, permitió que los alumnos disfrutaran de esta experiencia de manera gratuita.

¿Quién es un mecenas y por qué su papel sigue siendo importante hoy?

La historia nos cuenta que Cayo Mecenas, en la antigua Roma, fue un gran protector de artistas y escritores. Su legado nos dejó el término que hoy usamos para referirnos a esas personas o instituciones que apoyan el arte sin esperar algo a cambio, más que contribuir a la cultura y la educación de la sociedad.


En el pasado, familias poderosas como los Médici ayudaron a artistas que hoy admiramos en los museos. Actualmente, los mecenas no siempre son grandes magnates: pueden ser personas comunes, pequeñas empresas, o iniciativas colectivas (como el crowdfunding), que ven en el arte un medio para construir una sociedad más humana y sensible.

Gracias a este tipo de apoyos, podemos seguir acercando el teatro a nuevos públicos, como estudiantes que quizá nunca han tenido la oportunidad de ver una obra de teatro reflexivo que hable sobre el sentido de la vida, las emociones o los conflictos internos que todos, alguna vez, hemos tenido.

Pero… ¿Qué pasó en esta presentación?

No todo fue cómo esperábamos (al menos lo más cotidiano que nos suele pasar al presentarnos en un colegio). A pesar de que la función no tuvo costo alguno para la institución, y que el objetivo era enriquecer la formación humana de los estudiantes, nos encontramos con algunos detalles que nos hacen crecer como personas.


La fecha inicialmente acordada fue cambiada pocos días antes por parte del colegio, argumentando que los alumnos saldrían de vacaciones (¿Cómo no previeron esto desde el principio?). Cuando llegamos el día de la presentación, notamos cierta falta de organización: el horario de la función no estaba claro, hubo confusión con los grupos que asistirían y, tristemente, ni al inicio ni al final se presentaron las autoridades escolares para recibirnos o agradecer nuestra labor.

Además, justo ese día liberaron a los alumnos del grado más avanzado de preparatoria, quienes eran parte del público que más podría beneficiarse del mensaje de la obra. Y aunque sí encontramos a una persona amable que nos indicó dónde instalarnos, fue evidente que faltó la sensibilidad y la visión de aprovechar al máximo esta experiencia cultural gratuita, que buscaba aportar valor a su comunidad educativa.

La gratuidad no significa que no tenga valor

Aquí, nos detenemos para expresar una reflexión importante: la cultura gratuita no es sinónimo de cultura sin valor. De hecho, algunas de las expresiones culturales son gratuitas para el público, gracias a mecenas, instituciones o movimientos sociales. Sin embargo, cuando no valoramos estas oportunidades, corremos el riesgo de perpetuar la apatía cultural, dejando a las nuevas generaciones sin referentes artísticos que nutran su espíritu.

La cultura puede tener muchas formas: desde el entretenimiento superficial que solo divierte por un rato, hasta manifestaciones más profundas que invitan a cuestionar nuestra vida, nuestras decisiones y el mundo que construimos. Nosotros apostamos por esta última.

¿Por qué el teatro reflexivo es necesario en las escuelas?

El teatro no es solo arte escénico. Es también una herramienta pedagógica que ayuda a los jóvenes a:

✔ Reconocer sus emociones.

✔ Comprender problemáticas sociales y personales.

✔ Reflexionar sobre su propio actuar y tomar decisiones más conscientes.

Cuando una obra como “Tarde me Amé”, que aborda temas de la dignificación de la mujer tras una vida desordenada, llega a las aulas, los maestros pueden retomar el tema en clase, generar debates y profundizar el aprendizaje, haciendo del teatro una "escusa" para el diálogo y reflexión en las aulas.

Claro, esto solo es posible si las autoridades educativas ven más allá del simple espectáculo teatral, y comprenden que el arte es también formación en valores, empatía y humanidad.

En FomArte creemos que cada función es una semilla sembrada. Algunas germinan de inmediato, otras tardan más, pero todas tienen el potencial de transformar. Seguimos buscando espacios y corazones dispuestos a recibir este mensaje. Sabemos que el camino no es fácil, pero vale la pena.

Y tú, ¿Qué hubieras hecho?

¿Cómo director o maestra, habrías priorizado que tus alumnos vivieran una experiencia como esta?

¿Cómo estudiante, qué actitud tomarías ante una obra que te invita a reflexionar?

¿Cómo sociedad, realmente estamos valorando el arte que nos nutre como seres humanos?

Déjanos tus comentarios o escríbenos por WhatsApp al 2211887432, queremos conocer tu opinión.


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